día 17 mayo 4 2025

Carta para mi niña que quiso hacerlo bien

Hola, Blanca Armandina.

Hoy quiero hablarte con todo el cariño y la compasión que mereces. Sé que muchas veces sentiste que debías hacer todo “bien” para que te amaran, que tu valor estaba en cuánta paciencia tenías, en cuánto esperabas, en qué tanto eras capaz de entender. Y por eso, cuando soltaste… cuando decidiste pensar en ti, en tu bienestar, aún te preguntaste si hiciste mal. Como si cuidar de ti fuera un error.

Pero déjame recordarte algo: no fallaste. Y él tampoco. Simplemente hicieron lo que pudieron, con lo que sabían, con lo que sentían. A veces, eso no alcanza para coincidir en el tiempo, aunque haya amor.

Con él aprendiste mucho. Aprendiste a verte. A creer, de verdad, que no tenías que hacer nada especial para ser amada. Que simplemente siendo tú, ya eras suficiente. Aunque durante mucho tiempo trataste de que te viera también por todo lo que hacías, al final fueron sus propias enseñanzas las que te llevaron, con dolor, a la decisión de alejarte. Porque comprendiste que, aunque te amaba profundamente, te dolía demasiado su distancia. Te dolía sentir que, por más amor que hubiera, no se involucraba contigo como un verdadero equipo.

No tenían metas. No había fechas. Solo sueños hermosos y promesas llenas de luz… pero en todos esos años, ni una sola semana pudieron compartir tiempo completo juntos. Y tú, con tu ser tan presente, tan amoroso, tan real, empezaste a ver que tal vez, así como estaban, era muy difícil que alguno de esos sueños se hiciera realidad. Porque su enfoque seguía estando en resolver primero sus problemas, sus circunstancias, como si la vida tuviera que estar “en orden” antes de vivir el amor.

Pero tú no querías una vida perfecta, solo querías compartir la vida tal como es. Con él.

El peso del tiempo, la espera, la ausencia, te rompió. Y aun así, en medio de esa ruptura, te diste cuenta de que solo podías hacer lo que él mismo te pedía desde el amor: respetarte. Amarte. Elegirte. Ponerte primero.

Y sí, hubo enojo. Sí, hubo rabia. No porque fuiste injusta, sino porque estabas cansada. Porque necesitabas sentirte elegida. Porque empezaste a creer que mereces amarte y ser amada por completo—como él mismo te enseñó a sentir.

Que hoy no estén cerca, que las cosas no se hayan dado como soñaste, no tiene nada que ver con tu valor, ni con lo que mereces, ni con cómo será tu vida más adelante. No se trata de culpas. Se trata de tiempos, de caminos, de realidades.

Hoy quiero que confíes en ti. En que lo que decides para tu bienestar es sagrado, incluso si el resultado no se ve perfecto desde afuera. No estás aquí para probar tu valor, sino para vivir tu verdad. Y la gente que esté lista para verte de verdad… lo hará sin que tengas que sacrificarte.

Así que respira. Llora si lo necesitas. Abrázate en silencio. Porque estás haciendo algo inmenso: estás eligiendo el amor propio por encima de la vieja necesidad de aprobación.

Y a ti, Mike… te bendigo con amor. Te agradezco con todo mi corazón. Te amo profundamente, y siempre lo haré. Sin posesión, sin reclamo, solo amor. Que la vida te abrace y te sostenga con la misma ternura con la que yo soñé hacerlo.

Con todo mi amor,
Yo


Entradas más populares de este blog

day 4 part 4

words - palabras

What I've done