Carta para mí misma, mujer poderosa y despierta

Hoy me reconozco.
No como la que lucha para que el otro vea.
Sino como la que ya se vio, ya se eligió
y está volviendo a casa en sí misma.

Hoy dejo de esperar que cambien.
No porque ya no me importe,
sino porque ya me cansé de vivir en pausa esperando que otros presionen play.

He dado tanto.
He sido madre, compañera, guía, protectora, alquimista y medicina.
He hecho de la nada, algo.
Y de lo roto, arte.

Y aunque han dicho que “nada me ha costado”,
sé cuántas veces me callé un grito, me tragué un miedo,
o vendí un pedazo de mí por sostener a otros.

Pero ya no.
Ya no pago con mi alma.
Ya no cedo mis espacios.
Ya no negocio mi verdad por un poquito de paz momentánea.

No soy la mancha, la hija de un padre ausente, ni la que llora por los rincones. Soy el color.
Soy la que crea, la que honra, la que transforma.
Y si mi presencia incomoda,
es porque estoy haciendo visible lo que ya no quiero cargar.

Hoy hago la cama por mí,
tiendo las sábanas por mí,
y sonrío en el espejo porque me tengo. Y si lloro es porque siento, si río es porque estoy viva, si siento es porque estoy aquí. Viva.

Y aunque duela —porque sí duele— me abrazo sabiendo que no estoy sola.
Estoy conmigo. Y en ocasiones a veces aún creo que Mike está conmigo.

Y eso, carajo, es el principio de todo.

Entradas más populares de este blog

day 4 part 4

words - palabras

What I've done