A lo que NO fue
Querido peso sin forma,
querido hijo que nunca fue,
querido duelo que se quedó dormido en mi vientre,
queridas promesas que nunca llegaron...
Hoy me despido de ustedes.
Con calma, sin culpa, despacio.
Con un amor tan grande que por muchos años elegí sostenerlos dentro de mí,
como si mi cuerpo pudiera darles forma,
como si mi alma tuviera que quedárselos hasta que alguien los viera.
Y sí: los vi.
Hoy, finalmente, los vi.
Y por eso, ahora, los dejo ir.