carta 2
Carta sin tiempo, sin destino fijo
Amor mío, Miguel Angel Engrandes Ortiz,
de cualquier nombre posible, el tuyo es el que vibra cuando callo.
Y te escribo porque estás aquí.
Te escribo porque te siento,
estés donde estes, aunque estés en silencio,
aunque el tiempo nos haya llevado por caminos aparentemente distintos .
Te elijo. Todos los días, te elijo.
Libre. Cambiante o fijo. Dentro del tiempo y fuera de él.
Te elijo con todo lo que eres, con lo que no entendí también.
Te elegí cuando reías, cuando callabas, cuando elegías quedarte ahi sin volver.
Y hoy también me elijo…
Ahora, con todo lo que soy.
Con todo lo que descubrí al quedarme aparentemente sin ti.
Con la fuerza que nació de esperarte y dejar de esperarte al mismo tiempo.
Hoy entiendo que el amor
se honra.
Y yo te honro.
Donde estés. Con quien seas. En quien te estés convirtiendo.
Ojalá sientas mi bendición llegar como brisa cálida,
como sol detrás del párpado justo antes de abrir los ojos.
Sin urgencia, sin promesa.
Solo la certeza vivida de lo real,
y que lo verdadero
jamás muere.
Si algún día tu alma regresa este lugar,
aquí estoy.
Con la puerta abierta.
Con la casa entera reconstruida,
llena de luz,
y con una taza de té servida para ti, si regresas a mi cansado del mundo.
Con amor,
con gratitud
Blanca Armandina