carta 3
El amor que elegí, y el que ahora elijo.
Esta carta es para mí. Es para ti. Es para lo que fuimos para lo que somos.
Es como un hilo que se transforma, que se libera y que sabe que tiene valor, esté quien esté.
Durante mucho tiempo, confundí el amor con la espera, con la paciencia, con soportar el dolor.
Pensé que la fuerza de sentir era suficiente para sostenerlo todo.
Creí que ser vulnerable era la forma más elevada de amar,
y sí lo fue,
pero también fue la forma en que me vacié. Porque negaba mi oscuridad, porque negaba la tuya, porque me la pasaba soñando un mundo idílico sin asentar nada en la tierra y tú también hacías lo mismo.
Hoy siento algo profundo, algo que me arde suave pero claro en el pecho:
Amar significa límites también.
Si todo lo que se siente profundo es recíproco. Y todo lo recíproco es duradero entonces para sostenerse en el tiempo, requiere cuidado y presencia constante.
El amor que me habita ahora tiene bordes aprendió a tener fronteras.
Aunque es abierto, se cuida.
Cuando se entregue nuevamente, lo hará sin desbordarse, aprendí a saber donde es y dónde no.
Aprendí a respetarme sin exigir que me respetes.
Hoy sé que ser amorosa dejó de ser martirio
y que el amor incondicional existe, sí,
pero también que la convivencia tiene condiciones.
Se puede amar sin medida y es difícil vivir sin acuerdos.
La libertad sin presencia compartida se convirtió en ilusión.
Y al final de todo, ver con claridad, jamás impide ser coherente entre lo que se hace y dice.
A ti, Mike, mylove, myfriend:
Gracias por mostrarme el reflejo,
por enseñarme que el amor se esconde cuando el miedo manda, gracias
por ser ese impulso sagrado hacia el reencuentro conmigo.
Si llegas me encantará verte si no, solo quiero que sepas que ya casi he dejado de llorar tu ausencia.
Te deseo siempre lo mejor.
Estás dentro de mí y la versión de mí que te buscaba incesantemente se ha transformado.
Hoy procuro estar conmigo misma.
Hasta vernos nuevamente. Me abrazo, te abrazo. Cuídate mylove.
Te ama
Blanca
